viernes, 12 de junio de 2015

El nombre: el respeto de sus origenes

Creo que muchos de los que formamos nuestra familia a través de la adopción, nos planteamos el tema de mantener o no el nombre de nuestros hijos. Nosotros, teníamos dudas, al menos al principio. Si bien, fue a través de la opinión de los psicólogos y de mucha lectura sobre la adopción, cuando llegamos al convencimiento que respetaríamos el nombre de nuestros hijos.

Repasando toda la documentación entregada por la ECAI en las distintas formaciones a las que hemos asistido, he encontrado material acerca de las repercusiones del cambio de nombre de los niños adoptados, que me parece bastante interesante. Estos consejos son de la directora del área psico-social de Creixer Junts.

Los padres solemos argumentar 3 causas para justificar el cambio de nombre:

1. Para que no se sientan extraños en nuestro país
2. Porque siempre imaginamos que nuestros hijos se llamarían de cierta manera
3. Porque el nombre es muy extraño y muy difícil de pronunciar.

Ante estos argumentos, nos hacen unas preguntas:

1. ¿Se van a sentir extraños sólo por su nombre?
2.  Si hemos aceptados que no los hemos engendrado nosotros, sino otra familia y que viajamos muy  lejos para conocerlos ¿no podemos aceptar que ya tienen un nombre?
3. ¿No podemos aprender a pronunciar su nombre y ellos tienen que poder con tantos cambios?

Los expertos aseguran que a partir de los 6-7 meses un niño ya se reconoce en su nombre.

Si aceptamos que nuestros hijos tienen una historia que comenzó lejos de nosotros y la adopción es el punto de encuentro entre esa historia y la que comenzarán con nosotros, también debemos aceptar que el nombre viene con la identidad de nuestro hijo. Ellos traerán de su país de origen una historia incorporada en sus vivencias, recuerdos, perdidas, rupturas, cambios de hogares y de personas y la única marca estable y continua es su nombre. Todas las personas con las que se han relacionado hasta ese momento siempre lo llamaron de una determinada manera.

Continúa explicando que el cambio de nombre puede ser un indicio de nuestra dificultad por aceptar ese niño como no engendrado por nosotros. Y nos recomienda que reconozcamos nuestras dificultades y limitaciones para ser mejores padres.

A su vez indica que podría españolizarse el nombre o agregar otro pero respetando el original, tanto en su vida cotidiana como en la documentación.

El hecho de conocer su pasado y afirmarse en su identidad, les hará más fuerte emocionalmente y por ello debemos mantener sus nombres, así que nuestros hijos serán Anna y Vova (aunque en su documentación será Francisco Vladimir).

No quiero decir que un niño al que se le cambie el nombre no sea feliz o sus padres los quieran menos, simplemente a nosotros nos convencieron estos argumentos y si con ello contribuimos al desarrollo emocional, autoestima e identidad de nuestros hijos, así lo haremos.








7 comentarios:

  1. Me parecen buenos argumentos aunque supongo que cada caso es diferente y hay que respetar la decisión de cada familia. En nuestro caso también tenemos dudas, parece que hemos llegado al acuerdo de mantener su nombre salvo que resulte totalmente impronunciable u ofensivo en castellano, pero hasta que no llegue el momento no lo sabremos con total seguridad. Quizás antepongamos otro nombre, como vosotros haréis con Vova. Por cierto, los tuyos tienen nombres preciosos :-)

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  2. Claro que si Mariajo, puede que la decisión para nosotros finalmente no resultara difícil por sus nombres, el de Anna es muy común en España y Vladimir aunque no lo es, es fácil de pronunciar.

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  3. Hola, Raquel. ESte es un tema que me viene a la cabeza con mucha frecuencia y creo que por ahora estamos en la misma línea que vosotros. Los nombres no son más que palabras que se utilizan para denominar a personas...lo importante son las personas!

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  4. Estoy totalmente de acuerdo contigo, jamás pensamos en que nuestro hijo se llamaría Vladimir, pero después de conocerlo nos dimos cuenta que su nombre era lo de menos.

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  5. Me parece que da justo en el clavo el argumento de que en el nombre están nuestros miedos y prejuicios con respecto a la adopción. Como dice Cristina, lo importante son las personas, y yo creo que muchas dudas se resuelven al conocer a esas personitas, con su nombre.

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  6. Yo tenia claro que solo cambiaria el nombre a mi hijo si se llamaba como yo ( por eso que al ser monoparental tendriamos el mismo nombre y apellidos). Tenia la "suerte" de que el niño, al ser latinoamericano, tenia dos nombres y como se los ponen las autoridades normalmente pues eran mas que normales. Siempre pensaba que le quitaria uno porque los nombres compuestos no me gustaban nada pero cuando supe su nombre, supe que no cambiaria nada y se lo deje como tal. De los dos me gustaba mas el prmero pero su madre de acogida usaba el segundo asi que ni eso cambie. El niño tenia 4 años y se reconocia como tal (era de las pocas palabras que usaba y solia decir su nombre todo orgulloso). Aunque su nombre fuera dado por la funcionaria de turno me parecio mal quitarle lo que habia sido suyo durante 3 años

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  7. Gracias por contarme tu experiencia, nos alegra saber que coincidimos con muchos papas y mamas que ya tenéis con vosotros a vuestros hijos. Cuando nosotros conocimos a nuestros hijos, ellos se reconocían en sus nombres y pensamos que quien eramos nosotros para cambiarles esto.

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