Chitá dice adiós a las gélidas temperaturas

Desde hace unos días, el termómetro en nuestro otro rincón favorito del mundo ya no marca temperaturas negativas y se me antoja pensar que al mismo tiempo que suben los grados va derritiéndose el hielo que cubre el corazón de aquellas personas que tienen paralizadas las adopciones.

Paralizar las adopciones no es siquiera paralizar la infancia de los niños, pues los días pasan y cada día cuenta para la felicidad de ellos.

Ojala muy pronto todos aquellos que ya conocemos a nuestros hijos recibamos la noticia de la reanudación del proceso y también vuelvan a producirse las asignaciones, porque los niños están esperándolo. Porque de la misma manera que nosotros soñamos con ellos, ellos sueñan con unos papas. Los niños aspiran a tener una familia, incluso sin saber que significa ello.

No paro de acordarme de una frase que nos dijo Nadia, nuestra acompañante en Chitá; "los niños de orfanatos se vuelven egoístas, ellos no tienen el mismo concepto de amistad que otros niños, porque son competidores, todos quieren conseguir a unos padres, a pesar de no saber el alcance de esa palabra".

Sería perfecto, un sueño, que no hubiese niños huérfanos, pero mientras los hayas, las instituciones deberían proveerles de una vida plena. Que nos estudien, hagan seguimientos, nos controlen, lo que consideren necesario porque nosotros les demostraremos que estamos dispuesto a todo, pero que nos dejen hacer a esos niños felices, porque ya han sufrido demasiado.

Rezamos para que cada niño pueda tener una familia.